domingo, 7 de enero de 2024

Mito de Glorantha: Cuando Yelmalio tomó a Mahome como esposa

10 comentarios
 

El otro día en el chat de Glorantha Hispana en Telegram surgió la pregunta si alguien conocía un mito sobre una posible boda entre el dios de la luz crepuscular Yelmalio y Mahome, la diosa del fuego del hogar. Me dio qué pensar, y al final se me ocurrió la siguiente historia. Aun así, estoy seguro de que se puede mejorar. Por ejemplo, al inicio ha quedado un preámbulo muy largo, pero ahí lo dejo, para que lo modifiques como veas conveniente. Debería ser fácil ludificarlo para convertirlo en una búsqueda heroica para RuneQuest o HeroQuest/QuestWorlds.


Creo que hacen buena pareja - Ilustraciones creadas con Perchance.ai


De cómo Yelmalio tomó a Mahome como esposa


Durante la Era Dorada, Yelm gobernaba el cosmos desde su trono en lo alto del Pico Cósmico. Contrajo matrimonio con la diosa de la Tierra, y así, el Cielo y la Tierra se unieron en excelsa armonía. La diosa Ernalda y sus sirvientas se trasladaron a vivir al Palacio del Sol Emperador. Una de las sirvientas predilectas de Ernalda era Mahome, la diosa del fuego del hogar. Por otro lado, uno de los dioses del cielo que vivían en el palacio celestial era Yelmalio, el más joven de los hijos de Yelm. La llegada de las diosas de la tierra al palacio causó mucho revuelo y los dioses de la corte celestial miraron con curiosidad a las recién llegadas. Un día, el joven Yelmalio se cruzó con Mahome en los salones del palacio. A Mahome le atrajo su porte distinguido y le dirigió un caluroso saludo lleno de afecto. Sin embargo, en aquel entonces Yelmalio estaba concentrado en su entrenamiento marcial y apenas prestó atención a la pequeña diosa.

Más tarde, Yelm nombró a Murharzarm, su hijo primogénito, emperador del mundo para que dirigiera el creciente reino de los mortales en su nombre. Sin embargo, un mal día, aquel largo reinado de esplendor, justicia y armonía cesó de repente.

Los dioses rebeldes mataron al emperador con el nuevo poder de la Muerte y Yelm, al contemplar aquella atrocidad, fue incapaz de soportarlo y, airado, se desintegró en multitud de fragmentos que se desplomaron del cielo para precipitarse al Inframundo. Así empezó la era de la Tormentas y luego la Gran Oscuridad.

En vez de seguir a su padre al Inframundo, Yelmalio permaneció en la superficie de la tierra para defender a los mortales y ayudarlos sobrevivir. Sin embargo, sufrió graves pérdidas. En la Colina de Oro, un dios de las tormentas le tendió una emboscada y le robó la lanza. Luego, la diosa de las cumbres nevadas le robó la armadura. Finalmente, un dios cruel de la oscuridad lo derribó y le arrancó del pecho su Corazón de Fuego. Malherido pero aún vivo, Yelmalio se arrastró hasta que Arroin y sus amigos elfos le sanaron las heridas.

Después de aquello, Yelmalio siguió ayudando a los mortales supervivientes. Varios pueblos sobrevivían a duras penas, y él los protegió luchando con denuedo contra las fuerzas de la oscuridad y las monstruosidades del Caos. A pesar de las pérdidas, Yelmalio conservaba su honor y su tenue luz sin calor, y con eso, por poco que fuera, traía un atisbo de esperanza a los desvalidos.

Yelmalio, dios de la luz

En aquellos tiempos, hasta la misma tierra había muerto y donde antes los campos habían dado abundantes frutos, ahora yacían inertes y plagados de grietas. Además, el cruel dios del invierno había cubierto toda la superficie de la tierra con su manto. Con su vista de halcón, un día Yelmalio vislumbró en la lejanía una luz titilante y se acercó a ella movido por la curiosidad. La tenue luz que quedaba en aquel oscuro mundo era la que emitía Yelmalio y algunas estrellas. ¿Qué podía ser aquella otra luz? Pronto vio que el fulgor procedía de una cueva, donde una diosa estaba refugiada con sus seguidores mortales. Primero pensó que debía tratarse de un engaño o una trampa. Sin embargo, entonces vio a un ejército de sombras y seres oscuros aproximarse a la cueva con el fin de extinguir para siempre aquella luz. A su cabeza avanzaba un dios terrible de ojos rojos como brasas ardientes, tez blanca como la nieve y oscura cabellera negra. «Pequeña sirviente», le gritó a la diosa en la cueva, «destruí a la diosa de la tierra y ahora te destruiré a ti también, pues en este mundo ya no hay lugar para la luz ni el calor. Deja que tus seguidores se unan a mis huestes, si quieren seguir con vida».

Yelmalio intervino entonces y con su luz obligó a huir a las sombras. El dios de oscura cabellera se volvió hacia él con rabia, pero tuvo que cubrirse el rostro con sus garras, pues la luz de Yelmalio le hería y le cegaba. Ambos se enzarzaron en combate y el dios oscuro le hundió sus colmillos en la carne y le heló los brazos al contacto de sus garras, pero Yelmalio perseveró y finalmente logró rechazar a su adversario, que huyó a esconderse entre las sombras.

Aún herido, el dios de la luz se volvió hacia la diosa, que agradecida, se ofreció a reconfortarlo. Ella lo recordaba bien. Se llamaba Mahome y sus seguidores estaban reunidos junto a ella alrededor de los restos de una fogata. Aunque los poderes del frío y la oscuridad habían mermado el poder de aquel fuego, Yelmalio hacía mucho, mucho tiempo que no veía una fogata como aquella y sintió una profunda añoranza al recordar el Corazón de Fuego que Zorak Zoran le había arrebatado.

Mahome, diosa del fuego del hogar, con sus seguidores refugiados en la cueva.

Mahome le propuso que se quedara junto a ella. Su fuego no iluminaba mucho, pero en cambio, con la luz de Yelmalio sus seguidores podrían ver a sus enemigos acercarse. Sin embargo, Yelmalio recordó cómo la diosa Inora había intentado seducirlo en la Colina de Oro y luego le había arrebatado su armadura y lo había dejado congelado. ¿Podía fiarse ahora de aquella diosa de mirada afectuosa? Finalmente, Yelmalio respondió que no podía quedarse, porque había muchos otros que necesitaban su ayuda para sobrevivir. Y dicho esto, se levantó y se alejó.

Mahome ordenó a sus seguidores que se prepararan para una larga marcha y que caminaran pegados a ella para guarecerse en su calor. La diosa siguió los pasos de Yelmalio en la nieve. Atravesó ventiscas, páramos helados y llanuras áridas atestadas de seres monstruosos de los que se vio obligada a huir. Aun así, logró mantenerse en el camino que había seguido Yelmalio. Finalmente, un día llegó a un poblado donde el dios de la luz yacía moribundo. Había defendido a unos mortales de los ataques de una tribu de troles, pero ahora estaba sangrando por múltiples heridas. Mahome usó su fuego para cocinar un caldo reconfortante y con su calor logró revitalizar a Yelmalio. Hizo lo mismo con los habitantes mortales de aquel poblado que habían sobrevivido gracias a la protección del dios de la luz.

El dios de la luz miró agradecido a Mahome y, viendo la escarcha que cubría sus ropas, comprendió el enorme esfuerzo que había hecho para seguirlo hasta ese lugar. Mahome le dirigió estas palabras:

—Aunque no soy diestra en el uso de las armas, las ascuas que quedan de mi fuego reconfortan a mis seguidores en este mundo helado y oscuro. Con tu luz sin fuego y mi fuego sin luz, podemos resistir contra las adversidades.
—Tus palabras están cargadas de razón —repuso Yelmalio—, pero debo ayudar a otros a defenderse de la Oscuridad, y eso me alejará de ti y de tu fuego reconfortante.
—No os preocupéis, noble señor, si volvéis a mi encuentro tras cada salida, prometo seros fiel y esperaros aquí, donde os reconfortaré. Y mientras estéis conmigo, sé que vuestro escudo protegerá mi fuego y a mis seguidores.

Yelmalio entendió el valor de las palabras de la diosa. Entonces prometió que, por mucho que tuviera que alejarse para ayudar a otros pueblos a luchar contra la Oscuridad y el Caos, siempre volvería a ella.

Tras estos juramentos, las dos deidades contrajeron matrimonio. Yelmalio le entregó a Mahome un mechón de sus cabellos luminosos para que pudiera ver acercarse a los peligros. A su vez, Mahome le entregó una cinta roja que anudó en el brazo izquierdo del guerrero y que, además de otorgarle una pequeña parte de su calor, le indicaría el camino de regreso a su lado. Desde entonces, se ayudaron mutuamente entre ellos y a sus seguidores. Y así, aquel mundo helado y oscuro, pese a todas las desgracias y penurias, se volvió un poco más soportable gracias a su alianza.

(En recuerdo de esta unión, aún hoy algunos guerreros antes de partir de viaje regalan un mechón de sus cabellos a sus esposas y estas les anudan a su vez una cinta roja en el brazo del escudo).

Desde ese momento, Yelmalio siguió partiendo de viaje para ayudar a los supervivientes de la Gran Oscuridad. Pero siempre volvía al campamento de Mahome. Y en cada ocasión, traía consigo a los supervivientes que había logrado reunir. Así, reunidos en torno al fuego cada vez más pequeño de Mahome, los pueblos del mundo pudieron sobrevivir. Más tarde y por desgracia, el dios del Caos de oscura cabellera extinguió la vida de la diosa aprovechando la ausencia de Yelmalio. El alma de Mahome se precipitó al Inframundo dejando solo frías cenizas en la superficie, pero portando consigo aún el mechón de pelo de su esposo.

Desesperados, los supervivientes que Yelmalio había reunido en el centro del mundo y que Mahome había protegido con sus rescoldos, se prepararon para la Última Batalla contra el Caos. Sin tiempo para llorar la muerte de su esposa, Yelmalio lideró a los mortales en aquel combate a ultranza y todos y cada uno de ellos siguieron su ejemplo para darlo todo por la vida y por la esperanza de un nuevo amanecer.

Mientras tanto, el alma de Mahome había llegado al Salón de los Muertos. Allí yacían todos los dioses que habían muerto, presididos por Yelm. Allí, Yelm se fijó en el mechón de pelo de su hijo que Mahome llevaba entre los dedos y su tenue luz le hizo despertar. Hizo un gran pacto con la Tejedora y el resto de dioses, y emprendió el regreso triunfal de vuelta a la vida, seguido de todos los demás dioses. Fue así, con el primer amanecer, cuando Mahome y Yelmalio volvieron a reunirse, llenos de alegría y felicidad.


Las ilustraciones y manos de seis dedos de esta entrada las he pergeñado con Perchance.ai

Espero que te haya gustado este mito de Glorantha. Está hecho desde la perspectiva de la cultura solar, en concreto la de los yelmalianos de la Cúpula Solar. Sin embargo, sé de una persona que ya lo ha usado en una campaña de La montaña de los grifos (Griffin mountain está situada en Glorantha, al contrario que La isla de los grifos), cambiando a Mahome por la Madre del Hogar (Hearth Mother). Si tienes sugerencias para mejorarlo, puedes dejármelas aquí en un comentario. 

10 comentarios:

  1. Guau, digno de tragedia griega, seguramente se representa en todos los casamientos correspondientes de la cúpula solar. Como comentas es muy fácil convertirlo en una búsqueda heroica, individual (por parte del novio) o colectiva ( por parte de la novia y sus allegados) Sin duda me servirá para la campaña. Se me ocurre que cuando Mahome muere por culpa del caos sea "secuestrada" a una zona que represente el.infierno, y todos los pueblos unidos, liderados por Yemalio, se enfrentan en la.batalla final al caos para luego llevar a cabo el reencuentro y de esta manera el matrimonio.

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    1. ¡Gracias! 😀 Tal vez en las cúpulas solares sean más frecuentes las bodas entre Yelmalio y Ernalda, pero en algunas partes (o cuando uno de los cónyuges sea de Mahome) se representará este otro. Estuve pensando si añadir algo sobre la boda de Yelmalio y Ernalda, imagino que previa a la de Yelmalio y Mahome, pero habría restado importancia al núcleo de este mito. También es posible que la mayoría de las veces solo se represente la parte central, donde Yelmalio y Mahome se conocen, se superan dificultades y finalmente se casan. Todo el resto me vino de repente y decidí añadirlo. Pero sea como sea, si te sirve cualquiera de sus partes, ya me siento satisfecho. 😊 La idea que propones es muy buena, ¡ya me contarás!

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  2. Es muy bonito. Me ha encantado. ¡Y sin escena de sexo al calor de la lumbre!

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    1. ¡Jajaja! 🤣 ¡Gracias!
      Es que me imagino a Yelmalio como un tipo muy frío, demasiado centrado en su deber y tal. Aun así, esa escena seguro que existe (las sacerdotisas de Mahome la saben), pero los sacerdotes de Yelmalio son tan puritanos que siempre dejan que quede entre bambalinas.

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  3. Una historia preciosa 😊

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  4. Gran historia! Me encantan los mitos de Glorantha y el Panteón Solar.

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  5. Qué chulo! Me ha encantado. Más mitos como este, por favor.

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    1. Vaya, a ver qué me invento ahora... 😊
      ¿Qué es lo que más te ha gustado?

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